jueves, 26 de noviembre de 2009

La primera noche






Lanúk, observaba aquella ciudad mortal con detenimiento. La noche mecía un aire viciado. La mezcla del humo con un incipiente aroma dulce proveniente de algunos árboles crearon un olor extraño, algo que nunca había olido en el mundo del que venía.


Miró a su alrededor y sólo habían unos refugios convertidos en hogares para los mortales, al parecer habían evolucionado bastante los humanos. Grandes edificios, anchos caminos llamados “calles”. Habían desarrollando el uso de la electricidad, de tal manera que eran capaces de manipularla a su necesidad o mejor dicho…antojo.


Varias casas encima de otras y algún árbol introducido entre esa jungla de piedra y tierra. Observó a lo lejos un pequeño terreno con más plantas de lo normal, tenía grandes y fuertes árboles, sitios dónde sentarse y algunos extraños artilugios, los cuáles no encontraba explicación alguna para definir su función. Todo iluminado por las escasas luminarias comerciales, acompañadas de un enorme río que fragmentaba la ciudad en dos.


Una pareja de mortales conversaban sentados allí. Ella de pelo negro azabache con un abrigo color verde oscuro, que le cubría casi todo el cuerpo y él de pelo rojizo, alto y con un abrigo color azul que le cubría hasta la altura de la cintura.; abrazados el uno al otro se demostraban su amor. Lanúk en su curiosidad por el pensamiento humano, se concentró en agudizar sus sentidos para oír lo que decían.


- Raúl…te quiero - Decía la chica.


- Yo también te quiero Mónica- Contestó el chico, sacando una pequeña caja del bolsillo de su abrigo. Creo que ha llegado el momento de dar un paso más y de hacerte una pregunta. ¿Quieres casarte conmigo, Mónica?- Dijo el chico mientras abría la caja para enseñarle algo que no distinguió bien, pero que tenía un brillo dorado.

La chica enrojeció y se quedó sin palabras.


Mientras tanto Lanúk comenzó a oír a una mujer pedir auxilio desde el otro lado de la calle. Entonces se giró para observar mirando por la otra cara de la casa. Una mujer caía al suelo mientras 2 chicos vestidos con ropajes oscuros corrían con un saco en las manos en dirección a una especie de casa andante de color gris.


-¡Vamos, subid al maldito coche! Les decía alguien desde dentro.


Permaneció observando la maldad de esos humanos, esperando ver llegar a los agentes de la justicia, para impartirla en aquel lugar.


Pasaba el tiempo y nadie aparecía, incluso pensó en darles un escarmiento a aquellos ladrones, pero recordó una de las normas del Angelión “No intervendréis en el mundo mortal”. Y permaneció a la espera. Tras unos minutos, la señora se puso en pié y se encaminó calle abajo. Nadie había aparecido para ajusticiar el hecho… ¿Es que no hay justicia en el mundo humano?


De repente, el zumbido de unas campanas replicando penetraron en el oído de Lanúk, haciéndole respirar más rápido por el susto ocasionado y provocándole un extraño mareo.


Este mundo era más hostil de lo que creía ¿Merecía la pena luchar por él?

miércoles, 7 de octubre de 2009

Hierro del número 3.



Respiró hondo, cerró los ojos y relajó sus músculos mientras mantenía la postura. Sostenía el frío y alargado acero entre sus dedos.

Concentración y decisión transmitida a sus manos.

Contuvo el aire en sus pulmones por unos segundos, balanceó la barra de acero y golpeó su objetivo con todas sus fuerzas.

No quiso mirar y expulsó el aire tranquilamente. Algo le había salpicado en los pantalones al impactar.

Temiendo lo peor miró hacia abajo localizando la suciedad de siempre, esa sustancia resbalaba por sus espinillas manchando de goterones el suelo.

Enterró su motivación del día en la ira que le provocó las manchas en su nuevo traje y golpeó su objetivo varias veces, hasta dejar la superficie lo más amorfa posible.

Un llanto ahogado sonó a unos pocos metros. Se giró y visualizó a esa rata, esperando ver si también dejaría su cráneo fragmentado en trozos aleatorios sin sentido.

Levantó el hierro y le señaló, dando a entender que si todo no iba de la forma prevista sería el siguiente bulto de carne inerte que ensuciaría la moqueta de aquella habitación de hotel.

Asintió con la cabeza mientras todo su cuerpo temblaba.

Era de entender...

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20 minutos después.

Un tono…

Dos tonos…

Tres tonos…

Cuatro tonos...


- ¿Sí?

- Raymond, ya está hecho.

- ¿Algún contratiempo Andrew?

- Nada que no se pueda resolver con un partido de golf.

- Entiendo.

- Dígale al Don que este tema está zanjado. No volverán a cerrar más el local.

- Perfecto. Se lo haré saber, seguro que se alegrará de que hayas solucionado este asunto con tanta brevedad. Como siempre.

- Bien. Si me necesitan ya saben donde localizarme.

- Sí. El Don agradece tu fidelidad y la eficacia de tu trabajo. Estamos en contacto.

- De acuerdo, hasta pronto.


viernes, 28 de agosto de 2009

Nostalgias


Las palabras se convirtieron en pasado, los pasos anidaron tiempo en sus entrañas y las marcas que dejaron hacía tiempo que se desvanecían con el paso de Cronos.

Era curioso pararse a pensar cuanto tiempo había pasado desde la última vez y todo lo que sufrió para mutar el cambio que necesitaba. Pero sonrió y cerró los ojos.

El nuevo aire penetraba una vez más en sus pulmones, mientras la melancolía inundaba su mente trasladándole hasta momentos ya pasados, buenos momentos sin duda. Miraba al cielo con los ojos cerrados y sonreía pensando en lo que dejó atrás… Familia, amigos, compañeros, conocidos… personas de las cuáles se había alejado y distanciado; personas de las que era necesario separarse para poder avanzar en el camino.

Estiró los brazos como si esperase recibir el abrazo más grande que jamás habría notado un ser humano. Cerró los ojos con más fuerza y volvió a sonreír. Pensó en aquellas personas que formaron parte de su vida y que dejó atrás… personas que la distancia había roto casi el contacto, personas que fueron pilares importantes en determinado momento de su vida y que contribuyeron en la forja de su alma.

Sus pies se pusieron de puntillas, estirando su cuello hasta el cielo azul. Abrió los ojos, miró las nubes y asintió con la cabeza. Estaba dispuesto a volar hacia lo más alto.

Volvió a pensar en que había dejado todo eso para apostar por un nuevo sueño. Una lágrima irrumpió por su mejilla derecha. Su gesto era más serio y sus pómulos tensaron el resto de su cara.

Quería volar, volar muy rápido. Poder forjar el nuevo sueño y revivir momentos felices con los pilares de su persona. Quería destruir la tierra que separaba sus dos vidas y unirlas… o simplemente mantenerlas la una al lado de la otra…

No era posible, pero se conformó con saber que aquellos seres que fusionaron su materia prima para forjar su camino estaban bien, felices y que pese a realizar sus vidas sin contar con él como un elemento común… nunca le olvidan.

Se inclinó hacia atrás y se dejó caer lentamente… no había equilibrio posible, ni tampoco fue buscado. El viento sintió su caída y segundos después al contacto con el suelo le acomodó entre el césped y la sombra de aquel viejo árbol del parque mientras esbozó una sonrisa a la par que tarareaba una vieja melodía ya común en él.

miércoles, 8 de julio de 2009

El sueño pactado.




Las palabras no eran menos importantes que los gestos, sino la importancia que les dieron. Las miradas no decían nada distinto, pues por ellos era sabido que era el final.

Permanecían en silencio a la orilla de aquel río, salvaguardados por el manto de la noche y las luces envidiosas de la ciudad.

Un simple “Quédate” o un “Ya te llamaré” hubiese estado de más. Conocían muy bien los caminos separados que seguirían. Él marchaba lejos, persiguiendo un sueño y ella tomaría la senda del olvido apelando a los brazos de alguien que realmente la cuidaría.

Sus caminos no volverían a cruzarse más, o al menos no de la misma forma, cuando volvieran a verse… todo habría cambiado y aunque en sus almas quedase la huella del ayer sus mundos habrían cambiado tanto que el reencuentro sería doloroso y extraño. Inadaptable a sus costumbres. Un reencuentro superficial engañándose a si mismos… pero era por el bien de ambos.

Pactando bajo la luna acordaron vivir esa última noche como un sueño, sin fecha, sin lugar… un sueño que recordarían el resto de sus vidas y del que jamás hablarían. Un sueño en el que alojarse cerrando los ojos, un sueño en el que harían todo aquello que les quedara pendiente por hacer…como si de acabarse el mundo al amanecer se tratase, vivieron el sueño de la última noche.

Las horas pasaron y el tiempo hizo mella en el manto que les protegía. El brillante Helios apareció y todo se esfumó. El sueño, las flores, la pasión y el vino… todo se marchó y la realidad volvía sobre sus espaldas. Ése era el verdadero final al que tanto temían y el que ambos habían elegido.

Juntos recorrían el trayecto que llevaba desde la cama hasta la puerta de la casa. Paseaban lentamente agarrados de la mano, como si de unos condenados a muerte se tratase… aparentando ser fuertes y sin dejar que la tristeza ahogara el día. Pactando el vivir del recuerdo cuando la nostalgia les invadiese, llegan al portal.

Él, temblando, cruzó el portal y se giró para reencontrarse en las pupilas de su cómplice en aquel sueño.

Durante unos segundos se miraron fijamente, no pronunciaron ni una sola palabra, pues sus miradas eran todo lo que necesitaban oír. En ese tiempo congelado, los corazones se quebraron, dejando algo en aquel lugar.

Un leve gesto de despedida con la mano y ambos pronunciaron al unísono “No me olvides, por favor”. Y ambos sonrieron asintiendo con la cabeza. Él dio unos pasos atrás y con una leve inclinación a modo de despedida, se dio la media vuelta, mientras que Ella cerraba la puerta.

Al cruzar la esquina de su calle, Él se giró y lanzó una mirada al portal, casi obligada a decir  “Adiós”, mientras ella tras la puerta intentó pronunciar alguna palabra...

Pero no pudieron hacer nada más que dejarse llevar por el silencio.

miércoles, 24 de junio de 2009

Inquieto silencio.




El silencio se abrió paso tras la ensordecedora explosión. No recuerdo bien si fue que todos acallamos o si fue la presión en mi cabeza al contraerse mi respiración, pero de repente no oía nada. En cuestión de segundos, mientras veía el edificio desplomarse al final de la calle algo, cambió dentro de mí.

El viento acalorado de las llamas no me hizo inmutarme, pues sólo pensaba en todas las vidas que se habían apagado después de que ese bastardo apretase el botón.

Tantas familias se habían quedado incompletas, tantas personas con una vida cada una… se habían extinguido, por la ira de un sólo individuo.

Frente a nosotros, el verdugo reía a carcajadas mientras lanzaba al aire el detonador ya usado. Pensé durante un momento en aprovechar para salir corriendo, pero el miedo parecía haberse esfumado hacía una eternidad.
Los tres secuaces del verdugo nos apuntaban, sonreían al mirarnos para darnos a entender que seríamos los siguientes.

Ya no me importaba salir de allí herido o incluso morir, en mi corazón sólo había desprecio por el ser humano… nunca había entendido y aún a día de hoy sigo sin entenderlo... ¿Cómo es posible que el ser humano llegue a encontrar placer en el genocidio?. Segar vidas por dinero...

El eufórico verdugo arrojó a un lado de la calle el detonador y pareció serenarse tras su ataque de euforia. Sacó una pistola de la parte de atrás de su cintura y apuntó a mi cabeza.

- Tú serás el siguiente. - Me miró fijamente a los ojos. - No lloras chico. Dentro de ti, sabes que eres como nosotros. Y no mereces vivir.

- ¿Por qué? - No podía pensar en otra cosa más que en lo que sentía. Seguía sin entender nada. - ¿Por qué habéis hecho todo esto? – Le dije mirándole fijamente a los ojos.

- ¿Y por qué no hacerlo? - Pegó el cañón de su pistola contra mi sien y pegó su frente con la mía. - ¿Por qué seguir el orden dictaminado por los demás?

- ¿Qué? - Dije sin apartar la mirada.

- No seguimos ningún régimen político, no nos sometemos bajo el yugo de los más ricos y mayores embusteros del universo. Despierta y comprende lo que digo chico. Nosotros amamos la libertad.

-¿Política? - Me encaré con él apretando mi frente contra la suya con más fuerza. - ¿Toda esta mierda es por pura política?

El verdugo se apartó, se giró y caminó unos pocos pasos. -¡Noooooooo!- Gritó dándose la vuelta mientras negaba con la cabeza de una forma exagerada.- Esto es por la libertad del hombre, es un acto que reivindica que no nos hemos dado por vencidos. - Volvió a caminar hacia mí, para pararse a un par de metros de mí. - El mundo que conoces está dictaminado por normas, pautas, costumbres…ellos quieres que pienses lo que les interesa que pienses. No somos más que marionetas de un ideal. - Mientras me decía todo eso, me señalaba continuamente con la pistola.

- Estás loco.

- Si estar loco es tener bien claro lo que quiero… - Abrió sus brazos de par en par. - ¡Adoro la locura! ¡Estoy loco! Cada existencia en este mundo tiene su contrapartida. El blanco tiene al negro, el día a la noche, el mar al desierto… la civilización al caos. - Me volvió a pegar el cañón de la pistola contra mi sien. - Estoy aquí para romper el orden establecido, quebrantar las normas y hacer entender a todo aquel que se cree dueño de nuestras vidas, que no es así. Soy un efecto a la causa por la que tu mundo se mueve. Soy el antagonista perfecto para esta novela que acabamos de emprender.

Bajó la pistola, me sonrió y de repente todo volvió a quedarse en silencio. Se desplomó en el suelo y la sangre comenzó a brotar de su cabeza. Sus secuaces cayeron al suelo desplomados y la policía se acerco a nosotros.

- ¿Estáis todos bien?

Todos asentimos con la cabeza, pues no comprendíamos lo que había pasado… todo había sido muy rápido.

Los rehenes pasaban al lado del verdugo gritándole y maldiciéndole por asesino. Yo permanecía callado con la mirada fija al fondo de la calle. No entendía nada.

De repente una radio sonaba en el walkie de uno de los agentes que me ofrecía una manta.

“Atención hemos encontrado a todos los empleados del edificio que ha sido derribado encerrados en un local al otro extremo de la calle. No ha habido heridos ni muertos en el atentado al edificio. Mandar las unidades aquí”.

Ese día fue, en el que dejé de creer en el ser humano…

domingo, 21 de junio de 2009

Reflexión antes del final.




18 de Marzo de 2000

La consumación del letargo se acercaba cada vez más. Sus pensamientos anclados en un tiempo ya olvidado, cobraban vida, pese a que el recuerdo de su existencia se había disipado como la llama de una cerilla, fugaz, intensa e inservible tras su función.

La luna había menguado demasiado y la señal era cada vez más evidente, el fin de todos sus hijos se hacía evidente. Su largo descanso y la transigente espera llegaban a su final. Demasiado tiempo había marchitado al mundo, demasiado odio corría en la sangre de sus hijos. Y demasiadas… ansias de poder.

La inmortalidad no es un juego, sino un castigo. No había nada más ruin que el sobrevivir alimentándose de la vida de otros. Pero ¿Qué diferencia hay de lo que hacen los humanos? ¿Acaso los humanos… no asesinan animales para alimentarse y así sobrevivir? No es más que la cadena alimenticia…

Pero la inmortalidad a la sombra, bajo el yugo amenazador del día. El viaje por la eternidad y bajo la mirada decepcionada de tu propio padre, creador. Era el peor de los castigos.

-¿Qué has hecho con tu hermano?

- Él me lo pidió, el dijo que le entregase aquello que considerase más puro, aquello que más amara…

El precio de complacer aquello que le dio la vida, no fue más que el de entregarle lo que más estimaba. Su propia sangre, su propio amor, su propio hermano.

Él dio la espalda al culpable de su motivación, al que consideró el culpable de lo que había hecho. Al culpable de la sangre derramada en sus manos. Se entregó al castigo, al castigo de la inmortalidad maldita y la eterna soledad.

Solamente creó a unos pocos, para no sentirse sólo y esos pocos traicionaron su confianza. Así marchó… poniendo viento, fuego, tierra y agua por medio para separarse de aquella aberración creada… Comprendió y aceptó la magnitud de su castigo, así desapareció y se entregó al sueño de los tiempos.

Ya quedan pocas noches para que su ausencia se disipe y vea que sus hijos rompieron con la promesa de salvaguardar lo que eran… pasaron de ser apenas una ciudad… a convertirse en una plaga que acecha el mundo entero.

El final de todo se acerca y es inevitable, las señales ya se han mostrado, las cartas están echadas y todos hemos perdido con un repóker de Ases. Hemos perdido en una partida amañada por nosotros mismos. Hemos abandonado las buenas cartas, aferrándonos a un enorme farol que no trasciende y en el que nadie cree. ¿Es una broma? No lo sé, sólo sé que el mundo que hemos creado se está desmoronando y cuándo el letargo del padre acabe… vendrá para acabar con sus hijos. No habrá castigo, replicas, ni juicios… sólo la nada y el olvido. La extinción y la pesadilla eterna.

Lo único que nos queda es parar y reflexionar. ¿Desde qué momento hemos caído en el tremendo error de coger aquello que no nos pertenece? Sólo queda reflexionar y pedir perdón. Pues el final se acerca y no podemos hacer nada.

Si alguien lee esto, es que el mundo no se ha extinguido y sólo hemos desaparecidos nosotros.


Mi nombre es Marco Octavio de Itálica, Nací en el 347 a.d.C y soy un Vampiro Independiente a cualquier Secta, Religión, Orden o Clan. Nací siendo un hombre libre y así es como desapareceré.

domingo, 10 de mayo de 2009

La ruptura del pacto.


La eterna oscuridad estaba sumiendo a ciudad de Syón en el peor de los castigos, el olvido.

Las puertas estaban abiertas y no se oía nada al principio…La sala estaba  a oscuras, envuelta en la fría y espeluznante soledad de los tiempos…

Fílakos, último guardián de la paz entre los seres antaño llamados Celestiales, se arrastraba por el suelo intentando llegar hasta los pies de su padre Gabriel, rey divino de la ciudad de Syón. Puesto otorgado por la mano divina y mensajera de los cielos mas altos.

Fílakos, herido de muerte con una pierna y un brazo mutilados se arrastraba entre polvo y sangre hasta el trono de su padre que permanecía inmóvil. Iluminado únicamente por la suave luz de una antorcha apunto de apagarse.

 - Padre…padre… lo que temíamos ha ocurrido. Los caídos se han revelado, han roto el pacto de los cielos…Quieren salir de la ciudad…Todo se ha convertido en un campo de batalla y hay rumores sobre algunos caídos que han abandonado la ciudad…

 Gabriel permanecía inmóvil en su trono, mientras Fílakos a duras penas se aproximaba a él.

 -Padre… ¿Por qué no dices nada? ¿A caso no te importa? Si salen de la ciudad la oscuridad llegará hasta los humanos…

 Gabriel permanecía inmóvil. Su hijo Fílakos, llegó hasta el trono y con la ayuda de su espada logró incorporarse un poco para poder ver de cerca los ojos de su padre. El cuál permanecía inmóvil mirando hacia la puerta.

 -¿Por qué no haces nada padre?-  Contestaba asustado Fílakos.

 -Mi camino termina aquí…- La voz atronadora de Gabriel resonó en un leve susurrro- es el fin…no he pod…podido cumplir el pacto…perdóname hijo mío…- Gabriel cerró los ojos  y espiró.

-¡Padre! ¡Padre!- Fílakos se acercó a su padre para ver que le ocurría, enseguida se percató de que algo había sobre el pecho de Gabriel. Lo tocó con la mano que aún le quedaba intacta y se asustó temiendo lo peor. Cayó al suelo, pero el miedo que sentía hacía olvidar el dolor de sus heridas. Alargó su brazo y cerró los ojos. 

De entre sus dedos brotó un pequeño punto de luz, minúsculo como un grano de arena de un color celeste. Pronto se fue agrandando hasta crear una esfera que cabía perfectamente en su mano. Extendió la palma de su mano, abrió los ojos y la esfera se alzó sobre ellos. Entonces sus sospechas se confirmaron… había una espada clavada en el pecho de Gabriel, una espada que había acabado con la vida de su amado padre.

 -¡Noooooooooo…! ¡Padre! ¡Padre!- El llanto de desesperación e impotencia de Fílakos hizo huir a los caídos que saqueaban el palacio.

 Se incorporó e intentó con sus pocas fuerzas arrancar esa espada, pero de nada sirvió el esfuerzo… de la misma fuerza y resbalando en su propia sangre cayó al suelo. No podía levantarse, sus heridas le hicieron prisionero de esa sala que sería su lecho de muerte sin duda alguna.

Fílakos permanecía a los pies de su difunto padre…Su vida se iba apagando poco a poco…mientras no paraba de susurrar las mismas palabras una y otra vez…

 -Que los cielos nos perdonen…



martes, 5 de mayo de 2009

Un comienzo inesperado...

Muchos son los que me han hablado de esta afición, muchos son los que me han comentado que era una opción mejor y más útil que en lo que convertimos un día aquello llamado "Fotolog". Colgábamos fotografías e intentábamos expresar algo, nos hacíamos fotos inconclusas, o rebuscábamos en los brazos de nuestro queridísimo y recurrente amigo "Google" para actualizar y poder dejar una señal, una marca, algo... para que alguien nos escuchase y nos hiciera caso en las épocas de soledad. Cuando necesitábamos que alguien escuchase nuestras cosas, cuando queríamos gritar sin decir descaradamente "Te necesito".

Todo para contar que estábamos agobiados, que no sabíamos que hacer con algo, que estábamos pesimistas porque no teníamos rumbos aparentes... para contar lo fascinante que nos había parecido un libro o una película, para comentar que habías hecho amigos nuevos, para contar que te habías enamorado o simplemente que te habías levantado felíz porque el sol brillaba radiante en el cielo y un día más tenías la oportunidad de encaminar tus pasos hacia la meta elegida por ti.

Esos días pasaron, chapando a la mayoría de usuarios de la noche a la mañana sin motivo aparente. Sí, soy uno de ellos. Y es que después de aquello... pasé de escribir mis planteamientos, mi escritos, mis pensamientos... los "Retales de mi mente" en internet, pues para que acabasen siendo pasto de la papelera de reciclaje de cualquier servidor de mala muerte... pues pasé.

Pero tras muchos comentarios de usuarios, informáticos, amigos, compañeros de trabajo... casi sin saberlo yo mismo... he comenzado esta nueva etapa cibernética de mi vida, he comenzado este blog. Pues llevo varios meses planteándome la idea de "Un día me creo un blog. Pero cuando tenga claro que quiero hacer, cuando tenga tiempo o mejor cuando tenga ganas". Y nada... pasaba el tiempo y esta noche... sin pensarlo dos veces, entrando en el blog de una amiga de la que no sabía nada desde hacía bastante tiempo... me decidí a inaugurarlo.

No soy una persona de leer mucho vía on-line, reviso pocos foros, y blogs... para que voy a mentir... reviso alguno muy de vez en cuando. Por eso no tengo muchas esperanzas en que muchos de mis amigos se hagan seguidores asiduos del blog, pero bueno... tengo un lugar donde descargar los retales que salen de mi cabeza...

Creo que esta parrafada ya comienza a desvariarse demasiado y por lo tanto el comienzo inesperado de este blog ya ha sido anunciado y explicado pues... 

Hasta mas ver....