viernes, 3 de febrero de 2012

Uno de los nuestros.



Estaba nervioso, no todos los días lo encerraban en una habitación para interrogarle... Las manos estaban sudorosas y la cabeza le iba a estallar.
Si esos bastardos registraban su coche... estaba acabado, habría dado lo que fuese por que fuese
fulminado... Cualquier cosa antes que ir a la cárcel.

Los agentes Leopold Ketten y Benjamin Chains lo asediaban a preguntas, todas en relación con la Familia. Ese par de sabuesos no se habían rendido en años y no lo harían ahora.

- Bien... Dan. Sabes muy bien lo que queremos oir. Es la única forma de que salgas bien de esta. - Dijo Leopold. - Sabemos que te relacionas con ellos. No tenemos claro que papel juegas en todo esto, pero sí que eres uno de ellos. - Cruzó los brazos sobre la carpeta cerrada en la mesa. Sus ojos azules se clavaban sobre Dan.

Dan respiraba profundo. Ese estúpido madero no podría comprender nunca lo que significaba la Familia. Él nunca había sido un chivato y ese no sería el día en que eso cambiara.

- No sé de que me hablan agentes. Ni siquiera sé que hago aquí. - Dijo reprochando al policía. Intentaba aparentar serenidad - Quiero que llamen a mi abogado. No pueden detenerme así por las buenas. - No tenía claro como iba a salir de aquel entuerto, pero no iba a darles carnaza con la que jugar.

- Estoy muy cansado tío. - Discutió Benjamin mientras se guardaba las gafas de sol. La coleta y la barba bien parecían postizos de lo poco que se ocupaba de su imagen. - ¿Eres consciente de que estás encubriendo a una de las mayores organizaciones criminales de Europa? Si no cantas pronto, te acusaremos de encubrimiento delictivo. Eso no tengo claro que tiempo será en el agujero, pero seguro que no es poco. Por no hablar de lo que se sumará por lo que encontremos en tu casa.

- ¿Yo? - Dan se recostó sobre la silla. - No sé de que hablan y no tienen pruebas de que yo haya hecho nada agente Chains. Quiero ver a mi abogado, ya lo he dejado bastante claro me parece.

Leopold suspiró, la paciencia no era una de sus virtudes. Levantó los brazos y abrió la carpeta.

Pronto empezó a colocar fotografías delante de Dan. La cara de Benjamin se tensó de impaciencia.

- ¿Me vas a negar que conoces a éstos tipos? - Dijo señalando las fotografías ante Dan. - No tengo todo el día. Si nos ayudas... Nosotros seremos tus amigos, diremos al juez que sólo fuiste una víctima de extorsión, que nos ayudaste. Pasarás como mucho un año en la cárcel, que podrías cambiar por un par de años de trabajos sociales.

Dan observaba las fotografías, sabía muy bien quiénes eran. Al igual que sabía que estos dos policías no entenderían jamás el valor de la lealtad hacia la Familia. Sólo el Don reparte justicia. Quizás las formas a veces no fuesen las más adecuadas, pero eran gajes del negocio. Alguien tiene que hacer lo que se debe. Jamás soltaría una sola palabra.

- Quiero hablar con mi abogado. - Dijo claramente y eso hizo que Leopold se levantase de un golpe sobre la mesa.

Empujando a Benjamin hacia atrás, se acercó a Dan señalando cada una de las fotos.

- Enmanuel alias "Iron-Man", especialista en temas comerciales. Dicen que es muy duro en sus negociaciones y no se le escapa ni una. - Como una flecha el índice de Leopold se clavó sobre otra. - Andrew alias "El Hombre", es el sicario de confianza. Un tipo duro de verdad de la vieja escuela. Ningún matón de la ciudad se atreve a decir su nombre sin sentir un escalofrío. Sabemos de todos sus trabajillos, pero el muy cabrón es impecable y nunca deja pruebas que le relacionen con nada. - Levantó el dedo para señalar la siguiente fotografía. - Joseph alias "El Maestro", trasladado recientemente a Barcelona, ampliando el negocio en otras ciudades. Se dice que ha contratado varios sicarios ya para empezar algo gordo. - Miró fijamente a Dan esperando respuesta, al ver que no obtenía nada continuó. - Louis, alias "Mickey", sospechoso en cierto ajuste de cuentas en 2007. Se marchó a Madrid y sabemos que ha adquirido varios locales en extrañas circunstancias. - Prosiguió con la siguiente. - Raymond, alias "El Consigliere", asesor legal de la organización. Es especialista en conseguir "cambios de opinión" cuando un asunto legal no sale como es esperado. - Observó durante unos segundos, en silencio, cómo Dan observaba las fotografías. - Y por último John M., alias "El Don". El Jefe de esta organización criminal. No tenemos pruebas, pero sabemos que está implicado en todos los chanchullos de los anteriormente mencionados.

Dan negó de nuevo, esta vez con la cabeza. Estaba cansado y miraba el reloj que había sobre la puerta constantemente.

- Inspector, con el debido respeto... sigo sin comprender nada. Es cierto que quizás conozca a estos hombres de vista... Pero los conozco como usted conoce a los vecinos de su barrio. - Se rascó la barba. - No estoy metido en ninguno de los asuntos que ha insinuado. Estoy limpio. Por favor, quiero hablar con mi abogado.







Benjamin que observaba la escena junto a la puerta, se acercó a la mesa y abrió la carpeta de su compañero. Sacó una nueva fotografía y al dejo caer sobre la mesa. En ella, Dan salía junto a Joseph, Emmanuel y John M. Los dos inspectores se quedaron en silencio mirando fijamente a Dan, el cuál cogió la foto para verla más de cerca. Entonces su cara esbozó una sonrisa.

- ¿Te hace gracia? - Replicó Leopold. - Estás cogido por los huevos maldito embustero. Un tipo como tú, seguro que encontrará un novio rápido en el trullo.

- ¿Es que ahora se considera un delito hacerme fotos? - Dan logró asentar sus nervios. - Si miran bien, estábamos en las fiestas locales. No puedo evitar no relacionarme con las personas que veo en una fiesta. Por esa regla de tres... ¿También puedo ir a la cárcel por hacerme fotos con mi familia?. Si es así, arresten a mi madre que es la dueña de la cámara de fotos. - Bromeó. - Quiero marcharme, si me van a retener más tiempo necesito que me dejen llamar a mi abogado.

Benjamin le observaba impotente. En el fondo tenía razón, era cuestión de tiempo. Pero aún jugaban con la carta de la orden de registro. El juez estaba a punto de firmarla y entonces encontrarían algo que lo relacionara con estos criminales directamente.

Entonces un par de golpes sonaron en la puerta. Leopold se acercó y abrió un poco para ver quien llamaba. Habló con alguien que estaba fuera y después se giró hacia Benjamin.
- Ya está aquí. - Le comentó a su compañero con cara de hastío. Abrió la puerta y Raymond entró con su maletín.

- Buenas tardes caballeros. Soy Raymond P... - En ese momento Leopold le interrumpió.

- Sabemos muy bien quien eres picapleitos de los cojones. A ver con que nos vienes ahora. Te advierto que aquí tu cliente está pringado hasta el culo y es cuestión de minutos que tengamos una orden de registro para ir a por su casa y su coche... seguro que encontraremos algo más. - Leopold miró a Benjamin esperando la respuesta de Raymond.

- ¿Pringado hasta el culo? - Raymond lanzó sobre la mesa una copia del informe de arresto de Dan. - Han arrestado a mi cliente por defenderse de una paliza por tres individuos en la puerta de un bar. Mi cliente dio negativo en la prueba de estupefacientes y en alcohol. En cambio los tres tipos estaban hasta arriba de anfetaminas. Y no están arrestados.

- Raymond, este hombre le ha roto una pierna y dos costillas a uno de esos tipos. - Dijo señalando a Dan. - Otro sigue inconsciente con la nariz destrozada y el que mejor ha salido no es capaz de permanecer de pie más de 2 segundos. - Se encaró con el abogado. - Sabemos que les estaba vendiendo material y por lo que sospechamos el trato se fue al carajo, por eso la pelea.

- Agente... esos tipos intentaban robar a mi cliente. Tengo dos testigos que lo jurarían en un juicio. - Miró su reloj. - Dan se defendió simplemente. No obstante queda pendiente de juicio y su fianza ha sido pagada.

Benjamin le quitó las esposas a Dan a regañadientes. - No te saldrás con la tuya...

- Por cierto Dan. - Raymond se dirigió a su cliente. - Ahora deberías poner una denuncia, tu madre me ha llamado diciendo que han robado varios coches en tu barrio y uno de ellos es el tuyo.

En aquel momento la tranquilidad masajeó la espalda de Dan, mientras que su tensión fué a parar sobre la cabeza de los inspectores.


. . .
30 minutos después...



- ¿Qué pasó realmente Dan?. - Preguntó Raymond mientras conducía.

- Pues nada, que esos putos monos de feria me debían pasta y pensaron que acojonándome en la puerta del bar donde todos los días voy a tomar café, haría que me olvidase de la pasta. Esos hijos de puta vinieron a mi propia calle a joderme.- Contaba Dan. - Raymond, sabes bien que yo no cago a nadie. Soy comprensivo... pero ellos tienen que entender que yo no vivo del aire joder.

- Te entiendo perfectamente. - Repuso Raymond. - La Familia te apoya, lo único es que te tendrás que comprar un coche nuevo. Tenías demasiada mercancía y no ha sido sencillo para los nuestros. En un par de días aparecerá reventado y casualmente antes de que llegue la policía saldrá ardiendo por una colilla mal apagada del ladrón. Son... cosas que pasan.

- No hay problema. Ahora que caigo... - Dan permaneció pensativo. - ¿Cómo cojones sabían esos tres dónde suelo desayunar por las mañanas? ¿Cómo sabían dónde vivo?

- De eso hablaremos en otro momento Dan. Esos tres gilipollas trabajan para el Rumano.

- Hijo de puta... ¿Ahora que haremos? - Preguntó Dan.

- Tranquilo, el Don lo tiene todo controlado. - Respondió Raymond.